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15 Sus propios guías al pueblo extravían,
los guiados desaparecen engullidos.
16 Por eso, el Señor no hará caso de los jóvenes,
tampoco se apiadará de huérfanos y viudas,
pues todos son impíos y malvados,
toda boca profiere necedades.
Con todo, su cólera persiste,
su mano sigue amenazante.
17 La maldad arde como fuego
que devora zarzas y cardos,
se ceba en la fronda del bosque,
y se alzan remolinos de humo.

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